PÍRAMO Y TISBE

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Tisbe - J. W. Waterhouse
Tisbe - J. W. Waterhouse

Píramo y Tisbe eran dos niños pequeños, de la misma edad, y vecinos. Sin embargo, estaban muy lejos el uno del otro porque sus padres estaban enemistados y no se hablaban.

Ellos oían cómo el otro jugaba en su casa y se morían de ganas de jugar juntos. Los padres no se lo consintieron nunca pero al ir creciendo Píramo descubrió una grieta en el muro que dividía sus casas y comenzó a comunicarse con Tisbe a través de ella, a escondidas de sus padres.

Cada vez pasaban más tiempo juntos en el jardín al lado del muro hablando por aquella grieta, que luego tapaban para que no la descubrieran sus padres. De este modo llegaron a enamorarse profundamente y una noche decidieron salir de casa a escondidas para verse en un cementerio próximo, al pie de una morera, mientras sus padres dormían.

Tisbe salió de casa y llegó a la morera antes que Píramo. Al poco rato apareció una leona con el hocico ensangrentado que iba a beber a una fuente cercana. Tisbe, con cuidado, fue andando hacia atrás hasta esconderse en una cueva cercana, pero en el trayecto perdió su velo. La leona olió el velo y lo deshizo; después, se marchó.

Al cabo de un rato llegó Píramo, pero Tisbe seguía en la cueva, de donde no pensaba salir hasta oír el sonido de los pájaros nocturnos (lechuzas). Entonces Píramo reconoció el velo de Tisbe, vio las huellas de la leona y observó que el velo había sido destrozado por la fiera. Creyendo que esta había matado a Tisbe, muerto de dolor, se clavó la espada en el pecho.

Cuando Tisbe regresó a la morera en busca de su velo encontró a Píramo agonizando. A él le dio tiempo a decirle que la creía muerta y quería seguirla en la muerte. Entonces Tisbe contestó que ella jamás lo dejaría ir, que iría con él. Cogió la espada y se la clavó en el pecho. Así murieron juntos.

Al día siguiente el cuerpo de Tisbe y el de Píramo estaban en casa de sus respectivos padres pero Júpiter, muy conmovido por aquella pasión tan sincera y profunda, metió en la cabeza de los padres la idea de enterrarlos juntos para que al menos descansaran en la misma sepultura.

En recuerdo de esta triste historia, Júpiter ordenó que las moras blancas de las moreras se tiñeran del color de la sangre mezclada de Píramo y Tisbe.

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