Lisístrata
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La ateniense Lisístrata ha convocado a todas las mujeres de maridos en guerra para buscar una solución ingeniosa a los interminables conflictos con los lacedemonios o espartanos: las va convenciendo mediante juramento individual de que no mantendrán relaciones sexuales con sus esposos o amantes, mientras no depongan sus armas y juren no volver a hacer la guerra.
Estas mujeres deciden rebelarse e invertir los papeles en sociedad: si hasta ahora se habían dedicado sólo a las tareas de la casa y a los oficios más arrastrados, ahora toman las riendas frente a los hombres: planean tomar la Acrópolis, retener el dinero para la guerra, y no dejar que los maridos se acerquen a ellas mientras no depongan las armas y se haga la paz entre los ejércitos enemigos.
Sus palabras los van convenciendo a todos, aunque sea por intereses particulares de cada uno: a las mujeres, a los ancianos, a los intermediarios de ambos bandos...
Al final, el personaje mudo Conciliación representa la escena de la firma de la paz en presencia de los hasta entonces enemigos.
La obra termina con los maridos camino de sus casas con sus mujeres o amantes respectivas.
Se produce así el triunfo de la razón femenina sobre la sinrazón de los hombres: ellas consiguen la paz y ellos su regreso como maridos nuevamente aceptados.