HERMAFRODITO

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Mosaico de Hermafrodito - Norte de África
Mosaico de Hermafrodito - Norte de África

Mercurio (gr. Hermes) y Venus (gr. Afrodita) tuvieron un hijo al que pusieron el nombre de ambos: Hermafrodito. Era un chico muy reservado y tímido, al que no le gustaba relacionarse con la gente. En la adolescencia su padre se metió en su cabeza para decirle que debía salir de casa y recorrer mundo. Así lo hizo Hermafrodito, y llegó a un lago muy cristalino en el que decidió bañarse. Cuando iba a hacerlo apareció la ninfa Sálmacis, holgazana pero divertida, y a quien gustaba mucho interpelar a los forasteros.

Sálmacis quedó encandilada por la belleza de Hermafrodito y le hizo saber su amor y su deseo de abrazarlo y besarlo. Él la rehusó y Sálmacis se alejó y se escondió tras un arbusto. Cuando Hermafrodito se desnudó y se metió en el agua, la ninfa también se desnudó y se arrojó sobre él enredándose en su cuerpo como una hiedra. Ya que él le pegaba y la rechazaba, Sálmacis pidió a los dioses, sobre todo a Cupido, que sus cuerpos no se separasen jamás.

Los dioses acudieron a esta llamada y convirtieron a Hermafrodito en un ser medio hombre medio mujer; representaba a la vez lo masculino y lo femenino. En las aguas contempló su transformación y reprochó a sus padres que no le hubiesen ayudado, pero ellos llegaron tarde. También les dijo que no quería ser el único ser con aquellas características y les pidió que hicieran que todo el que se bañase en aquellas aguas quedase transformado como él. Sus padres accedieron y envenenaron el lago.

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