PIGMALIÓN
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Pigmalión era un extraordinario escultor que vivía solo y apartado. De vez en cuando iba al pueblo y allí vendía sus lienzos y esculturas y compraba provisiones.
Esculpió con mucho cuidado una figura de mujer de marfil y la hizo con tal perfección que parecía de carne y hueso. Pigmalión se enamoró de su obra y no pensaba en otra cosa más que en estar con ella.
Un pescador le pidió que fuera con él a la procesión de las vírgenes de la isla para presentarle a su hija, pero él no dejaba de pensar en su amada estatua. Se sentía tan dolido que invocó a Venus ante su altar pidiéndole "una mujer como la de marfil" como esposa. Se quedó callado un rato ante el altar y luego dijo: "¡Gracias!" A Venus le gustaba mucho que le dieran las gracias y, cuando Pigmalión volvió a su casa y besó a la estatua, notó que sus labios estaban tibios, su cuerpo caliente y blando, sus venas palpitando y su nariz exhalando aire.
Ella lo acarició y entonces él advirtió que se había vuelto de carne y hueso. Alzó los ojos al cielo y, dirigiéndose a Venus, le reiteró su gratitud.